
De sentido común: ¿de dónde salen los pastores y los lobos de nuestra sociedad?.
Una de las imágenes que utiliza nuestro Señor Jesucristo para describirse a sí mismo y su misión es la del pastor (cfr.: Juan 10, 11 ss.), en ese contexto habla también de ovejas, de mercenarios y de lobos. Las realidades que representan dichas imágenes – más allá de la resonancia bíblica – responden a un orden natural, teniendo en cuenta el estado de naturaleza caída; es decir, que –de alguna manera – todos podemos ser pastores, mercenarios o lobos para los demás; y los demás pueden ser algo de eso para con nosotros en cuanto que también somos ovejas.
Comencemos por describir la figura del lobo. El lobo simboliza al demonio y a todos aquellos que buscan hacer el mal a las ovejas. Es difícil entender que existan personas que se mueven con ese solo objetivo, es decir, es fácil entender que alguien haga daño a los demás “por” dinero o placer, lo difícil es entender que busque hacer el mal aún sin sacar algún beneficio. No es fácil entender dicha “psicología” del mal… pero si miramos la historia de la humanidad… ¡que las hay, las hay!
El mercenario (asalariado) simboliza a todo aquel que tiene alguna suerte de poder sobre los demás y que lo ejerce en beneficio propio y en desmedro de las ovejas, es decir que “usa” a las ovejas. Aclaremos que no toda intención de beneficio propio nos transforma en mercenarios sino cuando se hace principalmente por eso. Un médico, por ejemplo, no se transforma en un mercenario porque saque un beneficio económico de sus pacientes sino si lo hace solo y principalmente por ese motivo, es decir que pueden coexistir varios motivos a la hora de hacer algo por los demás en tanto que uno sea el principal y ese principal sea el amor al prójimo en definitiva. El mercenario hace algún bien a las ovejas pero es “limitado” ya que cuando vea en juego “sus intereses” las abandona y huye de alguna manera.
El pastor es Cristo y todos aquellos que ejercen su vocación por amor a Dios y al prójimo; no nos referimos solo a los sacerdotes sino también a los que hacen de su profesión o vocación “un sacerdocio”. Es una figura necesaria en toda sociedad y una hermosa oportunidad de hacer el bien a los demás. La autoridad en sí misma es algo bueno y noble, lo que se puede corromper es su ejercicio, cuando no es ejercida como un servicio.
En las ovejas estamos simbolizados todos: de alguna manera todos somos ovejas ante Dios y ante lo demás. Cada animalito tiene su forma de defensa frente a su depredador natural, la supervivencia de la oveja consiste en seguir al pastor y huir del lobo (seguir es escuchar, es imitar, es amar, es convertirse en lo que se sigue). Para poder distinguir a uno del otro tendrá que aprender a “discernir” correctamente, de lo contrario – si sigue al lobo y huye del pastor- es presa fácil; pero si está junto al pastor, entonces “no temerá ningún mal” (Salmo 22).
Por último nos preguntamos: ¿de dónde salen los pastores, los lobos y los mercenarios?. Todos ellos salen de entre las ovejas, de entre nosotros. Nos tenemos que hacer cargo de la falta de pastores y de la existencia de los lobos en nuestra sociedad. Por ejemplo, si las ovejitas (los niños) son buenas y humildes y perseveran en ese estado, cuando sean grandes serán pastores…; si son soberbias y desobedientes y no se convierten, cuando sean grandes serán lobos o mercenarios. Cada uno se convierte en lo que sigue: las ovejas que habitualmente siguen al pastor se convertirán en pastores… las que siguen al lobo en lobos…
De todas maneras siempre existe la esperanza de que - a diferencia del mundo natural - los lobos se puedan convertir en pastores….; y también siempre existe el peligro de que los pastores se conviertan en mercenarios o en lobos… ; por eso, no temamos tanto al lobo sino convertirnos en él, y no sigamos tanto a los pastores humanos sino al único Pastor indefectible.
P. Héctor Albarracín