
De sentido común: ... Cosechar alegría y paz...
Hay cosas que no se compran ni se venden, tampoco se obtienen directamente, mucho menos mágicamente, sino que simplemente se “cosechan” si se saben sembrar.
La paz, la alegría, -o por otro lado- , el miedo y la tristeza, son sentimientos que se cosechan, es decir, según lo que se siembre eso se cosecha. Es por eso que no hay que buscarlos o evitarlos “directamente”, porque de ese modo se arruinan: cuando se busca directamente el placer, por ejemplo, entonces el placer termina siendo un “momento” pasajero, ya que no es fruto de la planta del amor que lo haría más duradero; lo mismo sucede cuando se quiere evitar directamente la tristeza o el miedo, ¡más miedo y tristeza se termina teniendo!.
La consecuencia de todo esto es que si se quiere cosechar alegría y paz hay que tener la capacidad de sembrar y “esperar” pacientemente su fruto, y aquí nos encontramos con un obstáculo para nuestro tiempo tan acelerado: no se sabe esperar porque se quiere una satisfacción inmediata (“llame ya!”, “pare de sufrir”…). La paz y la alegría que se obtienen inmediatamente… inmediatamente se pierden. El camino de la satisfacción inmediata de nuestros deseos y la erradicación de nuestros miedos termina siendo un “Cielo” que muy rápidamente se transforma en “infierno”.
Cuando se sabe sembrar entonces se cosechan la paz y alegría duraderas. Hace poco tiempo festejábamos la Navidad, la “noche de paz”;¿quién no quiere tener la paz de Belén?, ¿quién no desea la alegría de la sagrada familia?, ¿acaso no nos deseamos “Feliz Navidad” expresando ese deseo de paz?, y entonces ¿por qué tan pocos la consiguen?, ¿será porque la buscan mal o porque no la saben sembrar?. La paz de Belén, la alegría de Dios viene con Dios y solo con El, del mismo modo que los rayos de la luz del sol vienen solo con el sol. Busquemos (sembremos) sinceramente a Dios, pongamos a Jesús en el centro de nuestra vida, dejemos que El sea nuestro guía seguro, pidámosle perdón cada vez que lo ofendemos, busquemos hacer su voluntad no por obligación sino por amor…. entonces - y solo entonces - tendremos fácilmente su paz y alegría. Si se pretende tener la luz del sol pero no se busca al sol sino que se prefiere vivir escondido en las tinieblas del pecado, entonces habrá que conformarse con un triste reflector, con su luz pasajera y artificial…; en este sentido siempre existió la tentación de un mundo “mágico”, es decir, la pretensión de que un ídolo nos haga felices …, hoy tal vez la tentación sea la de un mundo “virtual”: la pretensión de que la tecnología, la ciencia o alguna “sustancia” nos dé esa felicidad artificial.
Encontrar esa paz y alegría es sencillo y simple porque es simple y sencillo cosechar si se ha sabido sembrar y esperar… lo que nos enseña el salmo 125: “Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas”. Y más sencillo y simple todavía si consideramos que Dios nos regala la semilla.
¿Quieres paz?, siémbrala con tus buenas obras… ya está germinando… ten paciencia… dará su fruto a su debido tiempo… y -aunque ya empieces a disfrutar de ella- ese fruto será pleno en la Vida eterna, cuando “en paz descanses…”.
P. Héctor Albarracín