De sentido común: La Argentina secreta...
Cuando nuestro Señor Jesucristo estaba ante Pilato se suele decir que “el pueblo” pidió la libertad del homicida Barrabas y la condena de Jesús… ¿pero ese era el pueblo?, ¿estaban allí las personas a las cuales Jesús les realizó algún milagro, las miles de personas que dio de comer gratuitamente junto al mar de Tiberiades?. Los textos bíblicos nos hablan de una “turba”, el “populacho”, un pequeño grupo manejado por sus líderes políticos y religiosos, esa turba se arrogaba la representación del pueblo de Israel pero no era “el pueblo”…, el pueblo podía ser ignorante, débil y hasta indiferente pero no tenía la malicia de elegir tal grado de injusticia y de mal.
Sucede algo similar en nuestra sociedad, vemos agitadores ideologizados que se arrogan la representación del pueblo: algunos movimientos “feministxs” se creen los representantes de las mujeres, las pro-aborto las representantes de las mujeres pobres que no tienen acceso a un aborto “seguro”, la “izquierda” representante de los pobres y marginados…y así muchos grupos de minorías que se atribuyen una representatividad que no tienen, si la tuvieran realmente lucharían por sus derechos en paz, sin violencia física ni verbal, con el solo interés del bienestar de las personas por las que dicen luchar, y en coherencia con respecto a otros bienes o males de ese mismo pueblo. Hay personas que saben interpretar lo que quiere o necesita realmente “el pueblo” y, al hacerlo con esa convicción, lo hacen humildemente como un servicio a los demás.
Existe una Argentina secreta, un pueblo silencioso, que trabaja y tiene ideales, los honestos, los que quieren vivir en paz y estabilidad, aquellos a los cuales les interesa desinteresadamente el bien de los demás; un pueblo que puede ser por momentos ignorante o estar confundido pero no un ideólogo cerrado a la verdad; que puede ser débil pero que no va a justificar su debilidad ni enseñarla a sus hijos; que puede hasta ser cobarde o cómodo pero que no va colaborar positivamente para imponer algo que está mal; que puede no aparecer en los medios masivos de comunicación pero que igualmente tiene sus profundas convicciones.
Parte de esa argentina secreta es la que vimos en las marchas a favor de la vida, manifestándose en paz y alegría, sin violencia, en familia, sin otro interés que el bien común; una marcha con convicción y una intención muy simple y clara, que no reunía diversos intereses sino que quienes la organizaban y realizaban no ganaban nada más que el bienestar de otros, y aunque ellos mismos no piensan abortar, si piensan en el bien del niño por nacer y por su madre.
Hay también otras manifestaciones de esa argentina secreta que no son normalmente noticia, al menos en los medios hegemónicos; se visibiliza en los barrios, en los pueblos, en la familia, solo hay que saber mirar y escuchar para poder verla.
Todavía corre por las venas de esta Argentina desangrada gente con sentido común, con fe, con tradiciones y sanas costumbres ¡porque se puede talar un árbol pero nunca toda su raíz!, gente que es capaz de elegir a Jesús y no a Barrabas aunque hasta sea perseguida por ello. De ese pueblo puede resurgir nuestra Patria, una patria con raíces cristianas y virtudes dignas de los héroes y santos que honramos, por allí pasa nuestro progreso, nuestro crecimiento, por echar nuevos gajos pero no por cambiar el tronco…; pero para que ello suceda empecemos por casa: “si quieres cambiar el mundo, vete a tu casa y ama a tu familia” (Madre Teresa)
P. Héctor Albarracín